Gerty MacDowell

mi traducción del fragmento de Gerty está aquí.

 

Bloomsday es el día de Leopold Bloom, héroe de la novela Ulises de James Joyce. La novela transcurre el 16 de junio de 1904, y gracias a un amable y generoso editor logré celebrar mi bloomsday del año pasado compartiendo pequeñas traducciones de esta novela. Para seguir (o más bien empezar) la tradición, este año he vuelto a traducir un fragmento.

En 2013 escogimos tres fragmentos de un capítulo de por sí fragmentado, pensando en hacer un texto autónomo en lugar de dejarles cosas a la mitad. Pero ese milagro sólo ocurre en un capítulo, y para no repetir decidí, ahora sí, darles un pedacito del Ulises. El año pasado traduje tres fragmentos del capítulo 10, “Wondering Rocks”, y los tres que elegí tienen protagonistas femeninos. La novela se centra en Stephen Dedalus y Leopold Bloom, pero está gobernada por la fuerza invisible de dos mujeres (la madre de Stephen, que acaba de morir, y Molly, la esposa de Bloom). Ambas invaden la consciencia de los personajes y dictan sus acciones,  pero en la novela hay muchas más, sobre todo en el imaginario sexual de los dos hombres que a lo largo del jueves 16 de junio tienen pequeños encuentros y fantasías con ellas.

En realidad es casualidad que este fragmento vuelva a centrarse en una mujer, pues lo elegí porque es quizá el cachito que más me gustó de la novela (y no lo voy a arruinar diciéndoles por qué). Se llama “Nausicaa”, haciendo referencia a la hija de un rey que acoge a Odiseo: todos sus compañeros han naufragado y él llega, solo, a una playa donde lo despiertan las voces de la princesa con sus damas. Al verlo, todas huyen menos ella, quien lo lleva al palacio. Nausícaa es al mismo tiempo una joven que se enamora de Odiseo y una especie de madre que le salva la vida, y no creo que la ambigüedad de la figura que escogió Joyce sea accidental. Son las ocho de la noche y Gerty MacDowell cuida niños que juegan en la playa. Ella es joven y no puede dejar de pensar en hombres, siempre vistos con la perspectiva de una novela romántica (como cuando decide que el sujeto oscuro que la mira es un hombre atormentado cuya esposa loca vive en el ático; es decir convierte a cualquier transeúnte en Rochester de Jane Eyre). Ella se enamora de este sujeto, quien la observa, y decide participar en un juego inocente.

Lo hermoso de traducir es que uno se obliga a leer con cuidado, y en realidad pude ver el trabajo fino que hace Joyce para meternos en la cabeza y la mentalidad de Gerty. Intenté preservar el ritmo, acelerado, donde se pasa de la consciencia de ella a la de él sin marcarlo de alguna manera. Quizá también haya que señalar la ambigüedad de estas consciencias, pues bien se podría leer como lo que el oscuro sujeto imagina que la joven Gerty piensa. El estilo modernista que aquí usa Joyce es el intento de reproducir cómo piensa una persona: no pensamos de manera ordenada, sino que hacemos asociaciones libres saltando de un objeto a otro por los motivos más extraños. Joyce plasma cómo fluyen los pensamientos en la consciencia, y de ahí parte su estilo (que él complica, pues hace referencias muy rebuscadas y las escribe de tal manera que son casi imposibles de seguir). En este fragmento, por suerte, se controla un poco.